lunes, 25 de octubre de 2010

Un cuento hermoso

Yuko Akita ha cumplido su sueño. Ha logrado la perfección del sueño, la perfección del amor, si es que en el amor (palabra que odiaba y desterraba la gran periodista y escritora que fue Oriana Fallaci) pueden contenerse tales perfecciones. Suelen desbordarse tales perfecciones por caminos llenos de tinieblas, y de bondades extrañas y caprichosas donde lo que cabe e impera es el reto de conseguir llegar, de conseguir sonrojarse por el hálito que encierra una caricia, que oculta un beso en la mejilla, que impone un silencio más allá de su propio silencio. El maestro Soseki al fin encontró a la muer que un día perdió y se quedó con ella en ese cristal de hielo, descansando a su lado para siempre, joya sobre joya, poesía sobre poesía, sueño sobre sueño, ahí, en el cristal que ya la nieve no podrá empañar porque los dos amores han tejido su destino en los Alpes japoneses para el resto de la eternidad. Hermosa fábula. Fina transparencia de hechos que apenas se mueven dentro de la ficción pero que tocan, no enmudecen cuando no deben de hacerlo y sí en enmudecen cuando deben y lo exige la trama de Nieve. Hermoso cuento para leer cerca de un río, cerca de la persona amada, cerca de aquellos/as que alguna vez fueron parte de nuestro equilibrio como funambulistas en el corazón de una pasión que nunca quiso morir ni debió y sí cumplir ad infinitum su verdadero sacerdocio de mantenerse en el hilo de la felicidad (siempre por conquistar y ahí radica, digamos, su precioso diamante en bruto, siempre por conquistar) pendiendo del brillo de un poema, del filo de un haiku, del puente que tiende una pintura cuando está hecha con los pinceles que la realidad convencional no puede ofrecer. Librito para dormir al raso sin temor al frío, fueren los inviernos que fueren.







Ubaldo R. Olivero









2 comentarios:

Annalisa Marí dijo...

Gracias por la recomendación, lo tendré en cuenta.
Un abrazo, amigo Ubaldo.

Gemma dijo...

Ostras, Ub, dudo mucho que a Maxence Fermine le hayan hecho nunca una reseña tan hermosa como esta.