martes, 12 de octubre de 2010

Boris Vian de regreso

Boris Vian
Vercoquin y el plancton


Librito hermoso, risueño, habitado de soñadores, de románticos que quieren agotarlo todo de fiesta en fiesta, de pícaros que abren y cierran sus emociones para conquistar a esa preciosidad que se llama Zizanie. El Mayor detrás de ella. Y ese crápula de Miqueut tan perfecto que sus imperfecciones mismas lo llevan al desastre interior, como aquel que dice. Que manía con dilatar con el verbo, el fraseo continuo, las cosas mismas que no exigían más allá de dos frases puntuales para decir con poco lo que no era menester prolongar! Y ese bombardeo del final y esos dos supervivientes debatiéndose en si el matrimonio es o no bueno mientras la ciudad escucha las bombas. Fue su primer libro según reza la contraportada, vaya pues que buen primer logro (ahora editada por Impedimenta pero publicada en Gallimard en 1946), y los años han pasado y esa surpriseparty todavía sigue floreciendo, se siente la música de esa fiesta, cómo se desenvuelven en ella los chicos conquistando. Me lo he pasado bien con esta historia (solo para los que quieren que su oído también, de cuando en cuando, se vaya de fiesta con estos muchachos y muchachas tan salidos y juguetones). Hay en el surrealismo de Boris Vian un tipo de coquetería con el idioma y sus partes que bien pueden los académicos tener en cuenta a la hora de indagar por qué una frase, una determinada construcción sintáctica, que aparentemente no dice nada o muy poco, esconde detrás de su inocencia una posible mina, muchas cosquillas, vueltas de tuercas que van y vienen sin saber en qué momento posarse para tocarte el humor y despertarlo si está dormido. Lléguense a sus territorios, y no solo se reirán, también sabrán reconocer porque se ríen aunque no sepan bien bien quien mueve a esas marionetas, ni si detrás hay más de un titiritero. Buen regreso el de Boris.




Ubaldo R. Olivero



1 comentario:

Leo Coyote dijo...

Muy interesante tu comentario y Boris Vian, por supuesto