jueves, 28 de octubre de 2010

Papers de diari

Fueron bastante gente a la presentación del libro de artículos de Tomàs Arias. Y hubo risas porque fue una presentación de andar por casa, sencilla, como las pantuflas, que después de andar uno todo el día calle arriba y calle abajo va bien acomodar los pies en algo que refresca y tranquiliza, y así fue la presentación y los artículos que se leyeron, pues estos dilataron las expresiones, la hosquedad de algunos rostros que llegaron como preguntándose A ver qué nos van a contar estos. Y en efecto, los artículos que se leyeron tenían su guasa, y hacían pensar en que eso que aparentemente no decía nada porque eran textos como de andar por casa, sí decían sí. Para estos tiempos tan caros a dejar que las rigideces se relajen un poco van bien lecturas así. La seriedad constante no es buena consejera del mismo modo que tanto sol no es positivo para el cultivo sereno de las células grises. El amigo Tomàs se traslada con hábil facilidad de un tono menor, digamos, de un detalle nacido en casa, puertas adentro, a una imagen que sacude un motivo cotidiano, y que por nosotros obviarlo y quizás darlo por hecho con demasiada facilidad, se nos escapa su matriz, la semilla donde tal vez se originó, la mina en la que incubó esa cotidianidad que nos parecía, en un principio, sin importancia. Pero he aquí que el poeta Tomàs (Tomàs Arias es poeta) viene, se vale de una imagen sencilla y pinta con color y sarcasmo, una perla del día a día que nos parecía sin vida y sin relieve. Y para ello nada como la sencillez al escribir, en vez que generalizar y radicalizar con énfasis, ronda la posible fuente de una acto, el que fuere, de una noticia, la que fuere, y alcanza, de ser posible, algo de la luz que todo movimiento tiene por muy escondida que tenga esa luz y nos parezca que no porque a simple viste así nos lo parece. Matthew Tree pintó con magisterio las palabras y los gestos y no porque pensara en la costumbre que ya tiene frente a las cámaras (no sé si en esas lides continuará, no tengo tele) sino porque en cuestiones de abrillantar un detalle al muchacho le fluye bien y sabe lanzar la flecha sin perder el brazo y el arco. En fin, que me lo pasé de maravilla ese rato. Había por allí por la barra un plato con unas croquetas que a cada rato me provocaban un abordaje y no me lancé no, en otra estación será.








Ubaldo R. Olivero



martes, 26 de octubre de 2010

Siete maneras de vivir una historia

Abreviar aquí la historia no sería rendirle saludable justicia pues si un libro tiene 217 páginas bien medidas (medidas abiertas) es porque sencillamente conseguir ilustrar lo que narra valiéndonos de un aforismo, o un adagio, o una sentencia, es innecesario, poco añadiríamos y poco favor le haríamos a la santa bendición del libro y la hermandad de los protagonistas de la historia, a sus soles y a sus noches. ¿No comienza un buen libro allí donde terminan sus páginas? Los buenos sí, los muy bueno pueden eso y pueden muchísimo más y Siete maneras de matar a un gato tiene más de siete maneras de considerarlo no solo bueno sino excelentísimo ejercicio de narrar y provocar que uno sienta la poesía incluso cuando se hable de los más feo, de lo que nos envilece y nos hace caer, de lo que nos quita brillo y nos empequeñece. Se habla de los bajos fondos, de un territorio de muchas miserias, y por las noticias que da el Gringo, el narrador, uno siente las alturas de la poesía, y la cobija que la ley debería ofrecer y no hace, y la bendición de los desheredados que viven y aman en el corazón de la tormenta, por ejemplo en el bar del Gordo Farías, con su hijita de buen fuselaje y picarona, Yanina, donde el Gringo y la Yani, en ese capítulo erotísimo, "Como perro y gato", jugando a bautizar el mate con ginebra La Llave trascienden el hecho y ni siquiera el 38 que lleva el Gringo puede parar el terremoto de esa pasión que ya tenía su horizontes en otros cielos del deseo. El Gringo bien sabe que si no aprovechaba la ausencia del Gordo Farías mientras laburaba en el bar, la ocasión podía tardar. "El barrio, el hambre, el destino, el miedo... De alguno de esos brutos somos hijos. Y da lo mismo, son todos padres feroces" Jodida vida esa pero está la lealtad del Chueco y luego su redención con las hostias del plomo que se lo lleva; la lejanía en la mirada del Turco Zaid que vigila su perro en la pared, o el perro al turco; Y Mamina, paciente y cariñosa; Quique llorando a su hermanita pero confidente fortaleciéndose; y Toni y Cecilia ¿qué pasó entre Toni y la madre del Gringo?; y esa pelea última donde la gendarmería montará su carnaval de tiros mientras los de los bajos fondos, los pobretones felices en su vitalidad, se arman con lo que sea para defender su trozo de paraíso, el color de sus religiones y zonas, cada cual en su lugar y luchando por su merca y su poco de vianda para esperar el nacimiento del otro día. Vaya!, que buena historia, que bien contada y que vuelos alcanza en las metáforas para decir sin señalar lo que el lector medianamente atento capta con el rizo de las imágenes conseguidas, efectivas en su cómo y en su plasticidad. Tendrá una larga vida Siete maneras de matar a un gato, lo sé. Tiene todos los ingredientes para su triunfo a largo plazo. Para este lector, que se ha emocionado en muchos momentos, y en no pocos se ha reído con las burlas inocentes y no tanto a Moby Dick, y otros pasajes fuera de la ballena, la novela de Matías Néspolo ya figura entre sus libros preferidos como una obra de respetadísimo nivel y prestigio. Y no por lo que cuenta y como lo cuenta con admirable destreza sino por su sencilla humanidad sin descender a las cavernas de las moralejas blandas ni a la sociología que se viste de alpaca para venderse como plata de buena ley. En buena hora. La celebro.







Ubaldo R. Olivero





lunes, 25 de octubre de 2010

Un cuento hermoso

Yuko Akita ha cumplido su sueño. Ha logrado la perfección del sueño, la perfección del amor, si es que en el amor (palabra que odiaba y desterraba la gran periodista y escritora que fue Oriana Fallaci) pueden contenerse tales perfecciones. Suelen desbordarse tales perfecciones por caminos llenos de tinieblas, y de bondades extrañas y caprichosas donde lo que cabe e impera es el reto de conseguir llegar, de conseguir sonrojarse por el hálito que encierra una caricia, que oculta un beso en la mejilla, que impone un silencio más allá de su propio silencio. El maestro Soseki al fin encontró a la muer que un día perdió y se quedó con ella en ese cristal de hielo, descansando a su lado para siempre, joya sobre joya, poesía sobre poesía, sueño sobre sueño, ahí, en el cristal que ya la nieve no podrá empañar porque los dos amores han tejido su destino en los Alpes japoneses para el resto de la eternidad. Hermosa fábula. Fina transparencia de hechos que apenas se mueven dentro de la ficción pero que tocan, no enmudecen cuando no deben de hacerlo y sí en enmudecen cuando deben y lo exige la trama de Nieve. Hermoso cuento para leer cerca de un río, cerca de la persona amada, cerca de aquellos/as que alguna vez fueron parte de nuestro equilibrio como funambulistas en el corazón de una pasión que nunca quiso morir ni debió y sí cumplir ad infinitum su verdadero sacerdocio de mantenerse en el hilo de la felicidad (siempre por conquistar y ahí radica, digamos, su precioso diamante en bruto, siempre por conquistar) pendiendo del brillo de un poema, del filo de un haiku, del puente que tiende una pintura cuando está hecha con los pinceles que la realidad convencional no puede ofrecer. Librito para dormir al raso sin temor al frío, fueren los inviernos que fueren.







Ubaldo R. Olivero









viernes, 22 de octubre de 2010

Pulsiones (2)


No lo sabremos nunca

porque nuestros deseos y nuestras ambiciones no nos dejan verlo
y nos dice Deténganse un poco
pero no lo hacemos por las prisas
y no sabemos que hace mucho está enfermo
que ha envejecido sin motivo suficiente
sin compañía
sin causas de fondo
y al no detenernos cuando nos llama
lo estamos ahuyentando, diciéndole que se vaya
que no lo necesitamos
y eso no es cierto
al corazón le duelen esos ataques
y lo peor no es que se ahogue con dolor
lo peor es que su dolor nos dolerá después cuando nos despertemos
cuando comprobemos su ausencia
y no podamos vivir sin sus canciones
asesinadas por un Dios artificial.






Ubaldo R. Olivero


domingo, 17 de octubre de 2010

Graduación de 6º grado


A mi amiga Gemma Márquez, cerca del río


Ahí está mi buen amigo Ubo en su graduación de 6º grado. Se le ve feliz recibiendo su diploma de manos del maestro Canito, su maestro de matemáticas. En aquellos años era un diablillo, me dice con una sonrisa, brotándole pícara.
"¿Sabes?, cerca de casa pasaba un río y los fines de semana nos juntábamos unos cuantos para tejer y destejer montañas de travesuras en el río, ahí mismito al lado del puente, a un tiro de piedra de la casa del maestro Danilo, el de Historia, el que ves detrás. Mamá decía que cualquier día se levantaba con el moño torcido y me mandaba con papá. Yo quería que me mandara con papá porque con papá sería más libre de hacer lo que me diera la gana. Y así podía estar todo el tiempo con mis primos... En la playa de El Tiburón, por allá por Caval, y de cuando en cuando tratando de llegar a El Cayito a nado, el miedo era que por el camino nos sorprendiera un tiburón y no llegáramos y no lo contáramos de vuelta"
"¿Y el otro?"
"Ah, el otro es el maestro Abel, el de Física, si mal no recuerdo"
"¿Los viste cuando fuiste?"
"A Canito si, a los otros no porque se habían mudado y ahora viven en la provincia"
Mi amigo Ubo quiere volver pero no está seguro que de irse no le puedan complicar allí la vida. Los militares. Que lo militares tienen allí demasiado poder, dice. Lleva mucho tiempo fuera y ahora es el extranjero, el enemigo que se ha contaminado de las ideas y las materialidades del capitalismo, para mi amigo excesivas materialidades.
"¿Ves a la gente? No toda le gente claro, pero una gran mayoría. Algo dicen en sus expresiones y en su modo de mirar que están tristes. Y al mismo tiempo te dicen que no saben qué hacer, se les oye el grito pero ellos no pueden escucharse a si mismo porque los muchos ruidos de fuera y de dentro no les dejan escucharse, pero se sienten perdidos y lo saben aunque no sepan bien bien de dónde les viene esa pérdida. Yo creo que les falta tener un río cerca, eso ayuda"
"¿Te volverías?"
"Creo que sí"
"¿Para siempre?"
"Creo que sí"
"...
"Un río cerca es importante. Las ideas fluyen de otro modo, no se vuelven pantanos, no se convierten esos pantanos en tus enemigos. Un río ayuda a sosegarte, parece que no pero sí"
"¿Estás decepcionado de lo que te encontraste en Europa?"
"No, esa no es la palabra, por lo menos no para mi. Creo que me siento traicionado, y tampoco sé bien si es esa la palabra. Tengo ganas de volver y quedarme un tiempo largo por allá"
Mi amigo Ubo vino hace muchos años. Y le gustan los libros, sobretodo la novela del XlX, aquellas historias que competían con la realidad y la superaban y volvían esa realidad menos miserable, son sus palabras. Le dije que no se impacientara, que al final, todos los ríos llegan, de un color o de otro, de una corriente o de otra, pero un día llegan. Y se sonríe, como en la foto, como diciéndome,
"Bueno, me sentaré a esperar"




Ubaldo R. Olivero






sábado, 16 de octubre de 2010

Mi amigo Guzmán de Holguín


La guerra de mi amigo

No sé si mi amigo Guzmán de Holguín estará bien de la cabeza. El dice que habrá una guerra. Y que pronto. Le digo que no sea pesimista pero mi amigo insiste, que sí. Que quiénes se alistarán en esa guerra, le pregunté.
Me dijo el otro día,
"Mira, yo lo he soñado más de una vez y más de dos"
"...
"¿No me crees? ¿Te piensas que estoy loco? Pues te equivocas? No lo estoy. Está claro que pronto se lanzarán a la calle los que tienen posibilidades y los que no. Los que miran al sol y no le creen, y los que siguen creyendo que el sol estará ahí toda la vida. Los que se despertarán seguros de encontrar su plato vacío y los que no estarán seguros ni siquiera de encontrar el plato. Los que amurallen sus casas por temer, y los que ya no temerán a nada...
"...
"¿Me oyes? ¿Te piensas que estoy mal de la cabeza? No lo estoy. Lo he soñado muchas veces y lo estoy viendo. Falta poco. Tiempo al tiempo"
Me fui para casa creyendo que al otro día se levantaría menos alegre. No sé porqué lo pensé así, que se levantaría menos alegre y viendo enemigos por todos lados. Luego pensé en Bibiana. Bibiana decía cosas parecidas y esos mismos enemigos que creía ver por doquier un día le asaltaron la cabeza y la sedujeron para que se subiera al terrado y se lanzara al vacío con el DNI en las manos.
Me acosté pensando en mi amigo. ¿Sería la cantidad de cervezas que se tomó en El Pato Loco? Lo vi tomarse dos nada más. No sé, puede ser que tuviera otras cosas dentro, no sé. El caso es que últimamente estaba con esos ecos golpeándolos dentro y creo que no sabía cómo quitárselos. No sé si lo sabía, si era consciente de esos ecos. Llamé a Vero.
"¿Está bien?"
"Si, ¿pasó algo? Llegó y se encerró a escribir una carta, dijo que tenía que mandarla urgente mañana, a primera hora"
Pero ese día no llegó porque mi amigo no se despertó nunca. Al lado de las cuatro líneas que había escrito tenía el DNI. Transcribo esas pocas líneas en honor a mi amigo Guzmán de Holguín. Vero me ha dado permiso.
"Está cerca y como estamos dormidos no nos damos cuenta, y ellos, como no son bobos, se aprovechan de que estamos dormidos. Cuando llegue la hora nadie podrá distinguir a nadie porque será de noche y de noche todos los gatos se parecen. Y esa confusión les convendrá a los enemigos. Falta poco. Yo espero no estar cuando lleguen"
Y al otro día no amaneció. Vero me pasará unos cuadernos que dejó escritos.



Ubaldo R. Olivero





viernes, 15 de octubre de 2010

Pietro Aretino (1492-1556)


Caso X

para que follara a Giulia; mas su miembro desusado,
la mató de quebranto y de placer.
¿Utrum qué crimen se debe establecer?

Resolución X

Ergo, si es la polla la matona
no hay delito, y el mezquino,
en consecuencia, no es un asesino

¿Son de Pietro Aretino estas delicias? ¿No son? Según Mirko Visentin, que comenta los Dubbii amorosi y que según otro, un tal Larivaille, sino son suyos son de su escuela. Ahora que si se crea una buena escuela lo que hagan los alumnos, si bien hecho está y no desmerece en calidad y en desafíos, vale casi como si llegara de manos del mismo maestro. Lleno de grandes fantasías y entre pollas van y culos vienen, y frailes y adulterios ahí van las perlas que Pietro Aretino nos lanza, despojadas de todo artificio y llamándole al culo culo y a la polla polla y al coño coño, y todos sus versos en constante muda para anclar y quedarse dentro de la bahía del líquido (casi se siente, y ahí están las tintas de Perico Pastor, buenísimas) y hacer gozar dentro y fuera, como aquel que dice. Y que juzgue quien quiera que para eso la moral aquí no cuenta, antes cuenta el goce, la carne por la carne, el acércate que te la hinco monjita, así de sencillo. Declaraba por aquellos picantes años el bueno de Pietro "¿Qué más podría desear si con mi pluma y unas cuartillas me burlo del universo?" Bien hecho Pietro, bien hecho, y al que le duela, pues que le den un masaje y espere a calmar el dolor, esa gran fuente de sabiduría. Las 21 tintas (si no he contado mal) son una maravilla. Con trazos sencillitos no solo ves en escorzo lo que viene de frente, cuidado que si no te apartas, se te viene encima el hambre del hambriento con su sotana abierta y el alzacuello sin las rigideces de ningún Dios. Vamos que no únicamente estimula el oído del oyente, salta también la barrera el toro de las ganas y arremete con lo que se ponga por delante, vagina o polla. A la salud de esas octavas paganas llenas todas de benéficos paraísos.




Ubaldo R. Olivero


martes, 12 de octubre de 2010

Boris Vian de regreso

Boris Vian
Vercoquin y el plancton


Librito hermoso, risueño, habitado de soñadores, de románticos que quieren agotarlo todo de fiesta en fiesta, de pícaros que abren y cierran sus emociones para conquistar a esa preciosidad que se llama Zizanie. El Mayor detrás de ella. Y ese crápula de Miqueut tan perfecto que sus imperfecciones mismas lo llevan al desastre interior, como aquel que dice. Que manía con dilatar con el verbo, el fraseo continuo, las cosas mismas que no exigían más allá de dos frases puntuales para decir con poco lo que no era menester prolongar! Y ese bombardeo del final y esos dos supervivientes debatiéndose en si el matrimonio es o no bueno mientras la ciudad escucha las bombas. Fue su primer libro según reza la contraportada, vaya pues que buen primer logro (ahora editada por Impedimenta pero publicada en Gallimard en 1946), y los años han pasado y esa surpriseparty todavía sigue floreciendo, se siente la música de esa fiesta, cómo se desenvuelven en ella los chicos conquistando. Me lo he pasado bien con esta historia (solo para los que quieren que su oído también, de cuando en cuando, se vaya de fiesta con estos muchachos y muchachas tan salidos y juguetones). Hay en el surrealismo de Boris Vian un tipo de coquetería con el idioma y sus partes que bien pueden los académicos tener en cuenta a la hora de indagar por qué una frase, una determinada construcción sintáctica, que aparentemente no dice nada o muy poco, esconde detrás de su inocencia una posible mina, muchas cosquillas, vueltas de tuercas que van y vienen sin saber en qué momento posarse para tocarte el humor y despertarlo si está dormido. Lléguense a sus territorios, y no solo se reirán, también sabrán reconocer porque se ríen aunque no sepan bien bien quien mueve a esas marionetas, ni si detrás hay más de un titiritero. Buen regreso el de Boris.




Ubaldo R. Olivero



sábado, 9 de octubre de 2010

Los diarios de Adán y Eva, de Mark Twain

Que gozo los asuntos y las coqueterías de estos dos! Eva es una cachonda, poco a poco lo va llevando al huerto, va encontrando el nombre de cada cosa, le va enseñando, y Adán que primero se resiste pero luego... Ya se sabe, luego resbala y cae y Eva se siente más feliz y dispuesta a todo. Me he reído como un río que no acaba de encontrar su orilla, porque si algo tiene esta narración del maestro Mark Twain (1835-1910), del padre del traviesillo Tom Sawyer, es que sabe colártela sin que te des cuenta pero cuando te das cuenta te preguntas cómo con tan poco (en apariencia, en apariencia) se puede conseguir muchos efectos, e ir del fino sarcasmo a la frase bien trabajada para moverte por dentro y percibir que una cosa es cuando vamos creciendo y aprehendiendo y otra muy diferente el golpe y las garras de lo aprendido, que te sirva o no ya es otra cosa. Lo malo es que de aquella primera Eva, como quien dice, hasta las Evas de hoy, ha llovido en abundancia, y han habido no pocos huracanes, y no pocas reivindicaciones, y no pocos logros, pero en esos diarios ya se ve que la famosa fuerza masculina es un poco tontorrona y que mejor esas Evas que nos guíen de un modo mejor que los Adanes que únicamente se amparan en modelos y modos poco recomendables. Me gusta esa Eva, y hasta ese Adán, y como me reí con ellos por la agradable prosa del maestro que se educó en varios oficios (a parte de aprender lo suyo en las riberas del Mississipi) pues que visítenlo, valen sus oros esas pepitas. Y si hay que morirse de risa por cómo Eva sabe entrar y salir de las tozudeces de Adán, pues murámonos carajo, que una muerte así no deja de tener, el fondo, una larga y eternizadora huella por aquello de los paraísos perdidos y todo eso. Hermosa edición y hermosas ilustraciones de Francisco Meléndez. Larga salud a ediciones Libros del Zorro Rojo. Vale.







Ubaldo R. Olivero



martes, 5 de octubre de 2010

Lejos de toda promesa

Para S. C.


¿Qué haremos si el corazón se duerme definitivamente?
¿Qué ídolos nos despejarán las tinieblas si le cierran todas las ventanas a nuestras noches cuando queramos diluirnos dentro de nosotros?
¿En qué rincón de nuestras tormentas interiores podremos descansar cuando todo se haya evaporado?
¿Qué luz será el faro final?
¿En qué dirección?
No sabemos nada y no lo sabremos nunca
porque no nos dejan tejer pacientemente nuestras miserias ni nuestras cobardías
y el sol, el oro de la oscuridad, el pájaro que aguarda nuevas mañanas para su nuevo nido
no se cansarán de gritar que ahí
en esa parcela de ambición que continuamente nos encadena
vive algo más que un sueño
dispuesto a convertirse en enemigo si no sabemos de qué fuente se alimenta ese sueño
y por qué tantas orfandades
y por qué.





G de H



viernes, 1 de octubre de 2010

... los gritos, los ecos, los colores.

Salve.
Así como a veces sobran los motivos, a este canto a los amores dispersos por el mundo (Colon incluido en la página 41), le sobra el Propósito, esa columna dórica que a modo de puente introductorio dice, o pretende decir, la intención del poeta que lanza su poesía contra el mundo y en su favor. O quizás no sobra y está demás el resto, eso nunca se sabe, pero en este librito nemoroso hay gemas, aquí o allá irradia una (como pelo canoso que provoca) y uno cree ver lo que ha de ver, o sospechar incluso lo que no. ¿En qué momento el Poema deja de ser poema para convertirse en Poesía? Eso tampoco se sabe, pero el artesano, en su humilde y bien pagado oficio, continúa cantando al amor y al desarraigo, más allá de que arraigue su canto, sus jeremíadas, es un poco así cuando estamos lejos de nuestras tierras, lejos de nuestras haciendas. El libro ya tiene sus añitos pero hay gemas plateadas que se mantienen, como esa de Setiembre, Siempre hay una maleza / para desprender el abrupto encuentro de dos / bajo el campanario de un deseo. Y he ahí, que a pesar de sus añitos, se publicó por allá por el cercano 2003, y aunque no sean todas hijas del tiempo que nunca ha de terminar, que se vuelve interminable, otras vuelven a reverdecer porque la intención del poeta fue devolverlas al mundo. Algunas quedan por el camino, haciendo posada y velando sus propias armas, otras fenecen, como ha de ser en su natural medio y en su fin no menos natural, como la vida misma. Vale.




Ubaldo R. Olivero