Hay ciertas cosas que una no puede hacer descalza
Saludos.
¿Que le agradecemos a un buen libro de narraciones? Que teniendo cada una su autonomía propia de algún modo unas y otras se hibriden, se encuentren unas y otras por vasos comunicantes bien tallados, hechos a su medida. Que nos hechice, que nos hable de ciertas cotidianidades que por parecernos insustanciales, sin sabor, no obstante tienen siempre una sorpresa que aguarda por nuestras inquisisiones, por el qué hay detrás. En este librito (creo que la primera edición ya salió en Buenos Aires, en Eterna Cadencia, una editorial de allá, creo, ahora estoy fiándome de la memoria) cumple las medidas higiénicas de no ofender al oído en la cadencia de su ritmo, está sembrado con minas pequeñitas a los que nos acercamos y basta que apoyemos un poco el pensamiento para que exploten dentro de nosotros y nos hagan detenernos en unas cuantas cosas. Se habla de la señora soledad, esa señora demasiado engreída que nunca quiere ceder y siempre permanece a la caza; se habla de ciertas metamorfosis que operan en las almas cuando malgastamos energías frente a según que programas de la televisión que idiotizan más que elevan (le peligro puede empezar de niño, luego más tarde las taras se manifestarán y los que se forrarán serán los sicólogos de pacotillas, las farmacias, el auge indiscriminado de ciertos libros de auto-ayuda que provocan enormes genocidios en el alma y el sosiego ¿terminará ese niñito por convertirse en algo parecido a una máquina? Pero la apariencia simple dice que no pasa nada en esas narraciones pero sí, pasan cosas. Muy logrado el desafío de Beatriz que fue a comprarse unos "lindos tacones violeta" para ... Bueno, ahí queda. Léanlo. Celebro su publicación.
Ubaldo R. Olivero
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