y ahora crecen los laberintos y las murallas que son sus ojos
y el rinoceronte hace su siesta
de los juegos que fueron nuestros horizontes
ayer
cuando el metal no resonaba todavía en nuestros oídos
y Dios era un trozo de masilla
que ardía y ardía
el corazón reposó
y el hombre trazó una línea sin medida
y se perdió en ella
pero ya en la cuna estaba cartografiado su peregrinaje en línea recta
U. R. Olivero
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