martes, 24 de agosto de 2010

Masilla que arde

de las guerras que fueron
y ahora crecen los laberintos y las murallas que son sus ojos
y el rinoceronte hace su siesta

de los juegos que fueron nuestros horizontes
ayer
cuando el metal no resonaba todavía en nuestros oídos
y Dios era un trozo de masilla
que ardía y ardía

el corazón reposó
y el hombre trazó una línea sin medida
y se perdió en ella
pero ya en la cuna estaba cartografiado su peregrinaje en línea recta



U. R. Olivero

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