lunes, 14 de julio de 2008

Sentires

¿Cuántas obras maestras y supuestos clásicos nacen por semana? ¿Por qué adulan con tanta desfachatez ciertos presuntos críticos a esos/as que más adelante pueden devolverle el favor en según que revistas, en según que suplementos literarios y similares? ¿Por qué, a la hora de hacer un comentario con el argumento que se supone ha de sostenerlo, muchos/as confunden la obra con quién está detrás de la firma y son incapaces de diferenciar que una cosa es la estrella que se pretende visualizar (o sus galaxias) y otra bien distinta el ojo que se mantiene detrás del telescopio? ¿Por qué se mezcla con tanta facilidad saber leer con saber deletrear? ¿Por qué entre la apariencia y la esencia no se hace distinción y suelen meterse a las dos en el mismo saco? ¿Quién dijo que la gramática muerta es obra que irradie, volcán que erupcione, semilla que germine, puente que una, brújula que guíe? Estoy cansado de escuchar estupidezes por doquier y no encontrar en ellas algo que se pueda separar como suele hacerce con el famoso grano de la no menos famosa paja. Estoy cansado de los catones menores que andan sueltos por el mundo intentando monopolizar, con frases torpemente cocidas, el interés de los que sienten curiosidad por vivir con sabiduría, con temple, con sosiego. Se fatiga uno mucho de tropezarse por los anchos caminos del mundo con esos pobres diablos/as, que todavía no han aprendido a discernir que una cosa es el ala del pájaro y otra el viento que lo equilibra. Me fatiga, sí. Y por eso me desahogo aquí. Y a quien le moleste que mi emoción traduzca en estos tonos un tanto grises (a pesar de ser un pesimista activo) ya puede sentarse y rebatirme como mejor se le antoje. Yo escucharé atentamente y donde se tercie hacer una reverencia, no me importará hacerla. Y donde concidere deba volver a refutar, evidentemente lo haré. No se trata de la bala, se trata de quien aprieta el gatillo y si el dedo que lo aprieta apunta en la dirección oportuna pero al mismo tiempo en dirección abierta. Se trata de dudar, que es presentir. Lo demás es asomarnos un poco a nuestros abismos y aprehender para que no nos vuelvan anémicos neuronales los listillos de siempre. U. R. Olivero

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