lunes, 21 de noviembre de 2011

Cuestión de gaviotas

No ganó la derecha, que quede claro desde ya. Ganó la pecaminosa ignorancia. Y más que ganar la ignorancia ganaron ciertos programas de televisión de según que cadenas insulsas, ridículas, cuyos tertulianos y tertulianas no pueden hacerse visibles si no es dejando en los platós y similares los vómitos que salen de sus gargantas, "del cerco de los dientes", diría el bueno y santo de Homero.


Cuanta más ignorancia se expanda, mucho mejor, mejor se les manipulan y entretetienen con promesas a esos que van al estadio a gritar su jugador favorito. Siempre fue así (ya lo dijo el grande Juvenal en la Roma de ayer) pero hoy esos poderosos que acaban de ganar tienen a su favor el insulso dulce de la velocidad, las imágenes bobaliconas y a veces muy tristes en la pantalla, el traicionero gesto de prometer algo cuando en ese mismo instante su pensamiento vuela por otro páramo, que quedará Dios mío cuando ya hayan acabado de repartirse y zamparse todo el pastel y se vayan con su música de fondo a otro lugar para repetir la misma o parecida colonización. Que triste!


Y cuando pasen estos años de mandato correspondiente y los asuntos públicos no hayan prosperado en ningún sentido, los mismos votantes de ayer serán los que continuarán el juego de los nuevos Dioses que vendrán con sus millones de palabrejas promisorias, hasta que ya no podamos más y todo esto se haya ido pal carajo, como aquel que dice, y para entonces, el Kilimanjaro tampoco podrá llorar su nieve ni reclamar un escaño en la naturaleza pues ya será tarde. Sigamos durmiendo, es lo que nos merecemos. Y mientras tanto el avecita esa que tienen como logo, tan mona y libre por los cielos, habrá emigrado a otros continentes y para entonces quizás solo podamos percibir, como peligroso espejimo, una rapaz al acecho de un niño desprotegido por el hambre y la miseria como en la foto de Kevin Carter. Que Dios nos ampare.








U. R. Olivero